La caída del nombramiento de la embajadora de Estados Unidos en Colombia y la compra de Nutresa por parte de Gilinski son dos hechos que marcan un cambio en el panorama económico y político del país. ¿Qué significan estos movimientos para las relaciones bilaterales y el sector empresarial?

Por un lado, la no confirmación de Jean Elizabeth Manes, como embajadora de Estados Unidos en Colombia, evidencia la dificultad del presidente Biden para lograr el consenso del Senado estadounidense para nombrar a sus representantes diplomáticos, especialmente en países clave para la política exterior de Estados Unidos, como Colombia, Israel, Egipto y el Líbano.

Esto prolonga la ausencia de un interlocutor de alto nivel que pueda coordinar con el gobierno colombiano temas de interés común, como la cooperación en seguridad, el desarrollo económico, la lucha contra el narcotráfico, el apoyo al proceso de paz, la crisis migratoria de Venezuela y la respuesta a la pandemia.

Además, genera incertidumbre sobre el futuro de la relación entre Estados Unidos y Colombia, que ha sido históricamente cercana y estratégica, pero que también ha enfrentado algunos desafíos y tensiones en los últimos años, como las diferencias sobre el manejo de la protesta social, el medio ambiente, los derechos humanos y la implementación de los acuerdos de paz.

Por otro lado, la compra de Nutresa por parte de Gilinski fortalece su posición como uno de los empresarios más influyentes de Colombia, al liderar un grupo diversificado que abarca sectores como la banca, la construcción, la energía, la salud y ahora los alimentos.

Nutresa se beneficia de la alianza con el socio árabe IHC Capital, que tiene experiencia y recursos para expandir la marca a mercados internacionales, especialmente en Europa y Asia, donde planea construir plantas de producción.

Los jeques de Emiratos Árabes consolidan su presencia e interés en Colombia, donde ya tienen inversiones en oro, esmeraldas, petróleo y otros sectores. Además, fortalecen la relación diplomática y comercial con el país, que se ha intensificado en los últimos años.

El Grupo Empresarial Antioqueño (GEA) pierde el control de Nutresa, una de sus empresas más emblemáticas y rentables, pero recupera su participación en Sura y Argos, que había cedido a Gilinski en el llamado Acuerdo de Madrid. Así, el GEA se enfoca en sus negocios financieros, cementeros e industriales.

Estos hechos muestran que Colombia está viviendo una transformación en su escenario económico y político, con nuevos actores y desafíos que requieren de una visión estratégica y una adaptación a las nuevas realidades globales.